Articulo publicado en diario El Tiempo Piura, inmediatamente despues del primer mensaje a la Nacion del presidente Garcia (julio 2006). Fotografia de sus primeras incumplidas promesas electorales
Definitivamente existen dos explicaciones marcadas de cómo asumir la gobernabilidad y el manejo económico de una nación. Por un lado está el “dejar hacer, dejar pasar” del liberalismo de Adam Smith del siglo XVlll hoy base del denominado neoliberalismo y que de una u otra manera es el sistema que predomina en los países del primer mundo, donde el estado interviene sólo como órgano promotor y de respeto a las reglas y la seguridad jurídica, donde los empresarios son los agentes económicos llamados a convertirse en locomotora para el desarrollo; y de otro lado tenemos la forma de gobierno impulsada en gran parte desde la doctrina Keynesiana donde los gobernantes se dejan ganar por la necesidad de que el estado sea el principal hacedor de la economía y a través de normas proteccionistas y de exoneraciones tratan de brindar siempre las mejores condiciones para que los más débiles, o los que por sus propios medios jamás lograrían posición importante en el mercado de bienes y servicios, tengan una especie de coraza y de esta forma llegan a constituirse en algo así como el gobierno para los más pobres, como ya tituló Alan García Pérez será el suyo.
En un país en desarrollo o en crisis permanente estas formas de gobierno se convierten, una, sin dictar normas que revuelvan el avispero, en administradora de la crisis; y la otra en revolucionaria salvadora de la nación, siendo este el caso de la administración García que en 10 años ha prometido ponernos a la cabeza del desarrollo en Sudamérica, por lo que muchos ya comenzaron a llamarle SuperAlan.
Una forma va colmada de paciencia y sólo espera redimir a los más pobres con esa especie de goteo o chorreo que a veces es casi imperceptible, y la otra de total impaciencia porque los pobres ya no pueden esperar más y podrían explotar y hacer volar el sistema como el flamante presidente advirtió ya a los empresarios mineros podría ocurrir....Y esta ya sería una tercera forma de gobierno que es la que propugnó sendero y quedó definitivamente eliminada.
Gobiernos de avanzada apoyan hoy en día irrestrictamente a sectores que marcan el paso del desarrollo, lideran las exportaciones y utilizan intensa mano de obra constituyéndose en verdaderas locomotoras que puedan arrastrar a los demás sectores y regiones, como sucede en los gobiernos europeos. Caso contrario, acá se nos anuncia que los mineros y los exportadores de la costa y los establecidos en la sierra tienen todo y que sólo les queda ser solidarios y pagar más imposiciones. El estado se dedicará a la Sierra Exportadora, es decir el proyecto personal del presidente García con el cual se piensa incorporar 300mil nuevos puestos de trabajo y 70mil Has. exportables, lo que aparte de ser casi una utopía, lograrlo implicaría no menos de 10 años de utilizar millones de dólares en no sólo crear sino mantener infraestructura y en tratar de articular sus desordenados minifundios para que recién se pueda apreciar resultados, saber si la sierra se convierte en locomotora de desarrollo o en su mayor parte seguirá siendo irrescatable, y dadas sus características fundamentalmente seguir explotando lo turístico que ya es bastante..
Encontramos también contradictorio el proponer el presidente de un lado las compras unitarias y electrónicas del estado para lograr mejores precios y tratar de eliminar la coima, frente a la otra afirmación de que en su gobierno se dará cumplimiento a la ley que obliga al estado a comprar de las Pyme al menos el 40% de sus adquisiciones, visto que ninguna pequeña empresa por su tamaño tendría capacidad de negociar jamás esos grandes paquetes..Si se quiere favorecer a este tipo de empresario se debe dejar sin efecto la antimercado idea de compras unitarias, las que sólo podrían atender y beneficiarse de ellas los grandes consorcios.
Finalmente y felizmente pudimos apreciar que Alan García coloca premisas en su mensaje que podrían considerarse contrapuestas a sus abundantes promesas de inversión en gasto popular o populista, ya que éste se daría siempre que no impida un buen manejo de los signos macroeconómicos, al proclamar el presidente que el equilibrio fiscal, el control de la inflación y la estabilidad monetaria serán el norte de su gestión. Es decir de buena gana ya se colocó esa camisa de fuerza talla única que las instituciones financieras internacionales globalizadas tienen reservadas para cualquier tipo de gobierno. Dentro de su casa pueden hacer lo que quieran mientras no se salgan de sus cánones que siempre son restrictivos del gasto no productivo y donde prima el principio costo beneficio. Todo indica que a pesar de sus discursos tan parecidos al Alan de los 80, el mercado percibe que esta vez García Pérez será cauto y podrá controlar sus ímpetus revolucionarios. Indudablemente lo más rescatable del largo mensaje presidencial es el anuncio de austeridad total y recorte de sueldos tanto de funcionarios elegidos como de los “supergenios” de la administración pública, inimputables culpables directos de los eternos fracasos de nuestro sistema democrático.
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