domingo, 20 de agosto de 2006

DEL TRATADO IGLESIAS AL CONVENIO GARCIA


El presidente Garcia sometido en todas las formas ante el chileno y su dinero, primero propone en agosto 2004 un gasoducto para abastecer de gas a Chile, y luego ya como presidente ejecuta esta ampliacion de convenios que nos ponen nuevamente contra la pared.


Cuando Andrés A. Cáceres avanzaba desde las breñas de nuestra sierra infligiendo certeros golpes a las tropas chilenas, que desanimadas se replegaban hacia Lima, la burguesía nacional peruana (algo así como la actual CONFIEP) advertía en el avance de Cáceres y sus guerrillas indígenas una amenaza mucho mayor contra sus intereses que la vil presencia del chileno invasor, a quienes incluso solventaban. Civiles mercantilistas en contubernio con militares timoratos enquistados en el gobierno se precipitaron a suscribir el indigno tratado de Paz de Ancón firmado en 1884 por el general Iglesias. Posteriormente en 1929 se consolida el entreguismo con la firma de un tratado ratificatorio e igualmente lesivo a los intereses del Perú. Este tratado fue dado a conocer a la población coincidentemente en un mes de agosto al igual que el convenio García del 2006, y de igual forma “deseosos de remover toda dificultad entre ambos países y de asegurar así su amistad y buena inteligencia”
Desde hace ya 127años, Chile mantiene una deuda histórica con Perú y Bolivia a partir de la agresión con caracteres de genocidio que cometió en la llamada Guerra del Pacífico. Siempre es triste recordar como tropas chilenas permanecieron en nuestro suelo patrio durante cinco largos años de muerte, robo, saqueos y violaciones de nuestras mujeres y niños, para finalmente apoderarse de parte de nuestro territorio nacional. Con Bolivia nos une una misma historia y felices enormes reservas de gas, con Chile nos separa su belicosidad y su permanente altanería hegemónica, a tal punto que hasta hoy mantenemos controversia por el tema limítrofe en las 200millas marítimas. La prepotencia chilena pretende dar carácter de tratado de límites y hacer prevalecer un simple acuerdo pesquero firmado en 1954 donde inadvertidamente, para los siempre malos negociadores peruanos, se tomaba como punto de referencia el paralelo respectivo mutilando de esta forma nuestro mar territorial.
Dice el premier del Castillo en su mensaje que "los apristas olvidamos los agravios y seguimos pa delante". Sólo así se puede entender la rimbombante firma de la ampliación de un acuerdo comercial que sin duda, al obviar temas, machaca la misma línea claudicante de anteriores tratados que pusieron siempre la dignidad y el orgullo nacional por el suelo. Somos convencidos de los beneficios del libre comercio para los países emergentes, pero un mínimo de dignidad nos dice que primero Chile debe pedir disculpas oficiales por el infamante tema de la guerra y solucionar el inconveniente de Bolivia, como premisas para cualquier entendimiento.
No deja de sorprender el repentino giro estratégico del gobierno Chileno al anunciar su regreso al grupo andino, cuando se sabe que el haber sido admitido en MERCOSUR lo imposibilita. Sin embargo insisten y ahora tienden puentes para dar un mayor impulso al comercial bilateral. Aplauden a Alan y recusan a Toledo por haber puesto piedras en la vía integracionista. Sería conveniente que nuestros actuales negociadores intuyan lo que verdaderamente buscan los chilenos. Es falso que para su desarrollo el Perú necesite sine qua non de Chile y de sus capitales como quieren hacernos sentir, pues de retirarse, ese hueco en seguida sería cubierto por algún otro capital transnacional. Ellos si necesitan de nosotros y con urgencia. Nos necesitan como socios comerciales para poder dar viabilidad a la nueva ruta transoceánica Asia Pacífico, y necesitan sobre todo de nuestro gas como solución para una crisis energética que se agudiza y que ya limita sus expectativas de crecimiento.
Debemos tener muy en cuenta que la venta del Gas de Camisea a Chile ya fue planteada tanto por Pedro Pablo Kushinzky, cuando ministro, así como por el mismísimo presidente Alan García, en setiembre del 2004. Ellos por separado propusieron la idea de construir un gasoducto para la venta de gas a nuestros vecinos, afirmando García que deberíamos aprovechar que Bolivia no venderá su gas a Chile para así obtener ganancias de esta circunstancia, sin considerar que esto significaría un boicot a los argumentos con que Bolivia intenta presionar en busca de una solución justa que ponga fin a su enclaustramiento continental. La construcción de un gasoducto nos acercaría a Chile, de igual manera a su empinada economía, lo cual es bueno, pero también a sus insospechados apetitos energéticos. No olvidemos que nuestro arrogante vecino continúa incrementando su poderío bélico amparado en su constitución y podría por la fuerza de las armas, como antes ya lo hizo en 1879, llegado el momento de escasez mundial del crudo, obligarnos a venderles nuestro gas por cualquier medio y a cualquier precio. Finalmente, Llama la atención y es hasta sospechoso que en las últimas conversaciones bilaterales no se mencione para nada el temas del gas. Será tal vez que no se quiere agitar el avispero para luego entre gallos y medianoche presentar el negociado como algo ya consumado?. La oposición y la ciudadanía en general debemos permanecer en alerta con el destino de nuestro Gas de Camisea.

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