
En Perú siempre estamos muy inclinados a copiar, lo cual a veces puede ser bueno, pero siempre reconociendo los derechos de autor, cosa que muy pocas veces se hace.
Allí están las copias musicales de la nueva ola peruana de los años 60-70s donde, sobre partituras de música Norteamreciana sobre todo, se escribía novedosas y tal vez más bonitas letras, pero sin reconocer los derechos de autor.
Anteriormente el ejemplo cuando don Arturo Sabroso escribe las sagradas estrofas de la marsellesa aprista sobre las más sagradas aún notas musicales de la francesa.
Tenemos también a nuestro consagrado escritor Bryce Echenique o al propio Vargas Llosa, traduciendo y copiando cambiando algunos palabras o algunos párrafos, de consagrados escritores en otras lenguas y hasta en la propia.
Ahora nos viene el presidente Alan García con esta ridiculez del Pacto de no Agresión, que finalmente, ante la resignación por la propia estupidez, fuera cambiada hacia el exterior como el Protocolo de amistad y no se que chuchería más, pero que internamente para no desairar más al grandazo por las guevas, todavía se vende como el famoso Pacto de no Agresión, como si estuvieramos ad portas de una inminente conflagración continental.

Todos sabemos que el armamentismo es perverso y asesino, no tanto por las balas y muertes que casi nunca se producen, ya que muchas veces las armas sólo sirven para asesinar impunemente dentro de las propias fronteras, sino por la figura aquella de los recursos que como agua potable ridiculamente se pierden por el desague sin que nadie la pueda beber.
Esto ha sido señalado por todos y si bien es cierto tiene algún valor la iniciativa de salir a promover algún diálogo extra a los que se realizan anualmente en los foros pertinentes, es ridículo hacerlo cual descubridor de la pólvora, o como Colón descubridor también, con los calzones de la ministra Araoz com emblema, salir a arrogarse la paternidad de la lucha contra este pecado original que todos llevamos en el alma
.... el armamentismo.
Quien no conoce las jugosas comisiones que reciben los compradores de armas, y que pagan los vendedores de armas, los cuales son perfectamente identificables pero de los que nadie dice media palabra. Esta es la verdadera lacra y el negociado más grande que hay que señalar y contra el que hay que luchar.
Montesinos y Fujimori es un ejemplo reciente de estos negociados, pero no el único, pues en el Perú cuando más se robó en este aspecto fue en la época de los militares cuando el gato se puso de despensero.
Cuando más obras se pueda hacer en el ambito regional y local, más fiscalización debe haber, porque más posibilidades de robo existe.
Cuando se compra armas a nivel de gobierno central es cuando mayor vigilancia debería haber... pero los vivazos militares de todos los países, y sus presidentes "jefes supremos de las fuerzas armadas", gustan hacer de esto un secreto militar para así con este pretexto, en cuarto oscuro y con el arca abierta meter la mano a discreción.... este es el verdadero problema del armamentismo, el oscurantismo de los grandes negociados, capitaneados, hay que decirlo, por el poderosísimo gremio de la industria del acero norteamericana... cuándo no.
A continuación dos párrafos del discurso que en la reunión de Trinidad y Tobago, en la última Cumbre de las Américas, pronunciara el 18 de abril de este año el dos veces presidente de Costa Rica, ex presidente de OEA y Premio Nóbel de la Paz, don Oscar Arias, y que por supuesto merece respeto, y aunque sea ser nombrado como referencia en cualquier alocución sobre el tema. Esto úlitimo debería tenerlo muy presente sobre todo el presidente García y aunque sea ponerle comillas cuando a un casi imposible control del negociado de armas se refiera.
"En mi intervención de esta mañana, me referí a un hecho que para mí es grotesco, y que lo único que demuestra es que el sistema de valores del siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI, es un sistema de valores equivocado. Porque no puede ser que el mundo rico dedique 100.000 millones de dólares para aliviar la pobreza del 80% de la población del mundo –en un planeta que tiene 2.500 millones de seres humanos con un ingreso de $2 por día– y que gaste 13 veces más ($1.300.000.000.000) en armas y soldados.
Como lo dije esta mañana, no puede ser que América Latina se gaste $50.000 millones en armas y soldados. Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro? El enemigo nuestro, presidente Correa, de esa desigualdad que usted apunta con mucha razón, es la falta de educación; es el analfabetismo; es que no gastamos en la salud de nuestro pueblo; que no creamos la infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos necesarios para detener la degradación del medio ambiente; es la desigualdad que tenemos, que realmente nos avergüenza; es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos educando a nuestros hijos y a nuestras hijas".
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