miércoles, 25 de octubre de 2006

FEDERICO GARCIA, POLITICO DE NACIMIENTO

El ocultamiento de la existencia de Federico, hijo extramatrimonial de nuestro presidente es otro baldon en su haber, no por ser padre sino por ocultamiento exprofesso durante pre elecciones

articulo publicado en diario El Tiempo Piura 25.10.2006

El 8 de enero de 2005 fue promulgada por el presidente Toledo la ley de filiación extramatrimonial que recoge en su concepción las bondades del avance científico y la certeza demostrada, a partir del ADN, en investigación de herencia genética. En mérito a ella ningún niño en el Perú debería quedar sin reconocimiento paterno. Al individuo que demandado por la madre negara paternidad, la ley manda notificar dándose al niño como reconocido si en el plazo de diez días no se presentara a contestar el emplazamiento judicial. En caso de concurrir y negarlo se ordena inmediatamente un examen de ADN en el que participan los padres y la criatura. La certeza del resultado es casi absoluta. De otro lado sabemos que aquel padre que dejara de asistir a un hijo extramatrimonial bajo demanda judicial, en seguida pende sobre él orden de captura automática. Así las cosas nadie en el Perú puede sacar pecho por reconocer ni pasar asistencia a un menor pues esto ya es parte del derecho natural y no de la buena o mala voluntad del progenitor.
El caso del presidente Toledo es muy peculiar, pues él durante 14 años negó, por tener seguramente alguna personal duda, a su hija Zaraí. Cuando se oficializa el examen de ADN a nivel mundial ya no pudo continuar negándose y dado el obvio parecido (mucho más que con Chantall, hija dentro de matrimonio) termina reconociendo a nuestra querida paisana. Otro caso público conocido fue la demanda contra el alcalde de Castilla Alfredo García, el cual negara ser padre de una criatura y, sometido a prueba de ADN, el examen lo eximiera de toda responsabilidad.
En nuestros días pues el tema de filiación extramatrimonial es un tema zanjado. Nadie puede negarse a reconocer un hijo y con mayor razón si el individuo es un personaje político que seguramente en ningún caso desearía caer en desgracia ante sus seguidores y la opinión pública.

Federico García Cheesman, hijo extramatrimonial del actual presidente del Perú, nace en febrero del 2005, siendo efectivamente reconocido y asistido por su padre como la ley manda. Hasta allí todo normal. Sin embargo la semana pasada por un destape periodístico del controvertido César Hildebrandt, se puede deducir que el hecho de su nacimiento se ocultó ex profeso y celosamente a la opinión pública por supuestamente interferir con la campaña política a la presidencia de la república, y con la clara intencionalidad de no perder imagen y votos. Esto sumado al hecho reprobable de que Pilar Nores, esposa e icono en la pulcra imagen del candidato, fuera también burlada con el silencio, convierten automáticamente al inocente Federico en un niño político de nacimiento. Máxime si el padre en hábil maniobra a las cuales ya nos tiene muy acostumbrados, durante la conferencia de prensa que convocó para tratar de amenguar el escándalo por él provocado, trata de sacar réditos políticos volteando la tortilla. Allí muestra a su esposa Pilar en una vitrina cercana al martirologio, a Elizabeth Cheesman, madre de Federico, como un ser pleno de valores, a él mismo como un santo y responsable varón, y finalmente colocando a cualquier periodista que se atreviera a tocar el tema en el papel del villano de la novela. Keko Jones diría mi padre.
El ocultamiento ex profeso del nacimiento de Federico, tiene que haber significado para el presidente García un altísimo costo tanto en lo emocional por no ser descubierto en plena campaña, como en lo económico acallando bocas y lo más probable también en lo político pagando favores que ya saldrán a la luz, sobre todo alrededor del entorno familiar de la madre, el que al parecer finalmente fue roto desde adentro por alguien que se sintió mal pagado en su silencio.
En realidad si la existencia de Federico no se hubiera ocultado durante la campaña electoral, el hecho pasaría a ser trascendente sólo como un chisme entre beatas y cucufatos Sería un tema a resolver entre el presidente y su esposa, que como es de suponer lo estén haciendo ahora mismo fuera de cámaras, tal vez bajo el indescifrable parámetro de las sábanas.
Federico al ser negado o ocultado, que para el caso viene a ser lo mismo, fue utilizado como arma para no perder votos, lo cual lo convierte sin poder siquiera presentirlo en político y hombre público de nacimiento, desplazando de todas maneras al barbilindo primogénito y a los demás miembros oficiales de la familia presidencial a un segundo plano en las atenciones del periodismo y de la opinión pública. Larga vida para Federico.

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